Atendiendo el llamado de diversos sectores académicos, entre ellos la Comisión del Bicentenario de la Independencia de Centroamérica de la Universidad de San Carlos de Guatemala, de hacer análisis críticos sobre la declaración de la Independencia en el mes septiembre de 1821, visto como un proceso y no como una fecha ni sobre un Acta específicas, el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES), de la Facultad de Ciencias Económicas, con su acostumbrada vocación y espíritu crítico sobre los hechos y fenómenos económicos, políticos y sociales sucedidos a través de la historia hasta la época actual, se permite hacer eco a ese llamado presentando a la comunidad universitaria y público en general, la Revista Economía Edición Especial del año 2021, con reflexiones y análisis sobre la celebración del Bicentenario de la firma del Acta de Independencia de Centroamérica.
Contenido
En el bicentenario de la emancipación política
¿De qué independencia hablamos?
Preámbulo
¿De qué independencia hablamos? La falacia de una emancipación
MSc. Edgar A. Marroquín López
Director-Investigador IIES
Si la conquista desde un inicio fue un fenómeno esencialmente económico de dominio de los pueblos conquistados, la independencia a través de una emancipación política de la metrópoli española, confirma ese dominio económico modificando al grupo dominador que desde entonces se constituye en la oligarquía criolla local que mantendrá, reproducirá y agregará nuevas formas de explotación de los grupos indígenas mayoritarios del país, manteniendo el statu quo de beneficios y privilegios de clase dominante que hasta ahora perduran.
Doscientos años han pasado durante los cuales se han sucedido gobiernos liberales, conservadores, dictadores, militares y civiles que, con pocas excepciones, han reproducido, a su manera, el régimen económico-político excluyente, desigual, elitista, concentrador de riqueza para unos pocos y, especialmente en las últimas décadas, con grados cada vez mayores de demagogia, incapacidad y corrupción.
Con diferentes matices representativos durante dos siglos el Estado y el poder político han permanecido cooptados por diferentes grupos de poder que se han alternado en su control. Si bien el origen de este problema puede situarse en la toma del poder de los criollos en la fecha de la independencia, desde ese entonces diversos grupos de familias, terratenientes, políticos, militares y demás grupos económicos dominantes, han procurado el mantenimiento del statu quo que hasta hoy les favorece.
Independencia de Centroamérica 1821-2021
Pros y contras de la celebración del bicentenario en Guatemala
Dr. Jorge Murga Armas
Introducción
Entendemos que hay guatemaltecos entusiastas que quieren celebrar el 200 aniversario de la Independencia de Centroamérica y en particular de Guatemala. Después de 298 años de dominio colonial, en los que el régimen instituido por la Corona española configuró una sociedad basada en la opresión, la explotación y la discriminación, es plausible celebrar no sólo el fin de ese régimen, sino también el nacimiento de un Estado independiente llamado a promover la libertad y el desarrollo individual y social de sus habitantes.
El 15 de septiembre de 1821, fecha en la que se declaró la Independencia de Centroamérica, es ciertamente importante para los países que hasta entonces formaban parte de la Audiencia de Guatemala. Sin embargo, tras la declaración de independencia por una junta de importantes personajes criollos y españoles para “prevenir las consecuencias que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo” (Acta de Independencia de Centroamérica, 1821), la sociedad guatemalteca conservó muchas de las características del régimen colonial. Esto ha hecho que los guatemaltecos tengan opiniones a favor y en contra de la celebración del bicentenario de la independencia.
1. Los planes oficiales para la celebración del Bicentenario de la Independencia de Guatemala
La celebración del Gobierno de la República se enmarca en la historia oficial de la Independencia de Centroamérica. De hecho, es esta historia la que se exalta, principalmente a través de los “Próceres de la Independencia” como Pedro Molina y José Cecilio del Valle, quienes desde los periódicos El Editor Constitucional y El Amigo de La Patria asumieron posiciones radicales y moderadas, respectivamente. Pero esta historia demasiado simplificada dice poco sobre la dinámica social, económica y política en juego en Centroamérica durante esos años. Por eso es necesario decir algo sobre las disputas entre las facciones liberales y conservadoras en que se había dividido la clase criolla antes de la Independencia.
“La Independencia es un largo y penoso proceso”
Dr. Severo Martínez Peláez
¿Qué sectores de la población participaron en la lucha independentista en Centroamérica?: ¿Hubo alguno que se benefició particularmente del resultado? Inversamente: ¿Hubo algún sector que no se benefició con el logro de la Independencia?
Me entusiasma el planteamiento de su pregunta, porque revela que tiene usted una concepción dinámica del proceso de la Independencia, y eso es un gran avance. Desde hace muchos años vengo insistiendo, en la cátedra y en algunas publicaciones científicas, sobre el hecho de que la Independencia fue un proceso de lucha de clases. Debemos abandonar definitivamente la ilusión de que una Centroamérica unificada y homogénea “como un solo hombre” se sacudió el dominio de una España igualmente monolítica. Ninguna de esas dos entidades existió nunca en la realidad. No fue la sociedad española en conjunto la que dominó estos países durante casi tres siglos, sino concretamente la burguesía española, clase dominante en la metrópoli y por ende también en las colonias. La masa del pueblo español no recibió ningún beneficio del imperio. Es difícil suponer que millones de labriegos y obreros españoles de aquella época, oprimidos ellos también por la burguesía peninsular, hayan tenido siquiera una imagen correcta de lo que era el imperio indiano. En las colonias, por otro lado, la dependencia era una realidad vital distinta para cada uno de los grupos sociales que las integraban. Y la Independencia se presentaba, naturalmente, como una perspectiva diferente también. Ello como consecuencia de las distintas relaciones que guardaba cada grupo con la metrópoli y todos ellos entre sí. Para la aristocracia terrateniente –o criolla- la Independencia consistía en la supresión del control metropolitano, puesto que los demás grupos coloniales no la dominaban en ninguna forma, sino que eran parcialmente dominados por ella. La gran masa de los indios comunes, en cambio, sufría la opresión de casi todas las clases y capas de la colonia, amén de la que ejercía desde lejos la burguesía española, representada en la conciencia del indio por un rey lejano y desconcertante. Para los indios, la Independencia solo podía ser una realidad con la supresión de todos sus dominadores, comenzando por las camarillas de indios nobles incorporados al aparato de la autoridad y la explotación colonial, y pasando después a los sectores de ladinos que por su cuenta o en nombre de criollos y peninsulares los ultrajaban y robaban en distintas formas. No es extraño, pues, que los distintos grupos de la sociedad centroamericana de principios del siglo XIX asumieran actitudes diversas, y hasta contradictorias entre sí, en la lucha por la Independencia. Tampoco es extraño que lo que era Independencia para los grupos que se hallaban cerca del poder, y que finalmente lo tomaron, fuera una prolongación relativa de la vieja dependencia interna para los grupos oprimidos. No puedo entrar en detalles, porque haría demasiado larga esta respuesta. Me limitaré a decirle que, a la larga, fue la clase terrateniente colonial la que tomó el poder y lo ha mantenido por mucho tiempo. Los indios, en el otro extremo, fueron enterándose de que había sido suprimido el más lejano de sus amos –el rey-, y de que se implantaba la dictadura absoluta de los más cercanos: los criollos.
Centroamérica en los años de la independencia: el país y los habitantes
Dr. Severo Martínez Peláez
Lo primero que se precisa para colocar el estudio de la Independencia sobre bases reales, antes de entrar a la indagación de los factores económicos y la dinámica de clases, es formarse una idea correcta de lo que era el país centroamericano en las primeras décadas del siglo XIX. No solo porque, en general, antes de averiguar cómo ocurrieron las cosas conviene saber en dónde y a quién le ocurrieron, sino por otros motivos más particulares. El tema de la Independencia ingresó a nuestras mentes en la etapa escolar, no como problema científico sino como tema cívico, de afirmación de ciertos valores sustentados por la ideología estatal que presidió nuestra educación. En tal virtud, aquel evento figura en nuestras conciencias flotando en un espacio casi legendario y deformado por idealización. Es natural que así sea —en esto de mitificar el pasado nacional no estamos solos—; sin embargo, la comprensión científica de ese pasado, tema y problema de nuestra madurez intelectual, exige que suprimamos todas las idealizaciones. Y hacia allí nos encaminan las siguientes notas —solo las más indispensables— relativas al escenario geopolítico de la Independencia y la distribución demográfica de los personajes colectivos que habían de protagonizarla.
La colonia española llamada Reino de Guatemala —también Audiencia o Capitanía General de Guatemala— era una faja montañosa y sinuosa que abarcaba los territorios de las actuales cinco repúblicas centroamericanas —Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala con Belice— más el Estado mexicano de Chiapas. Cuando en los documentos de las postrimerías coloniales se quería enfatizar con alguna precisión los términos más extremos del reino, solía escribirse: “…desde el Chilillo… hasta Chiriquí…” El primero de dichos nombres corresponde a una montaña que marcaba el lindero entre Guatemala y el Virreinato de Nueva España, entre las provincias de Chiapas y Oaxaca respectivamente. No pocas veces se invocó la existencia de ese promontorio como límite “natural” del reino por quienes defendían que Chiapas permaneciera unida a la Federación Centroamericana y no a México. El segundo toponímico designaba un conjunto de fenómenos geográficos que, estrechando la faja ístmica a la altura del río Chiriquí, marcaban el límite oriental de la jurisdicción de la Audiencia de Guatemala y el extremo más occidental del Virreinato de Nueva Granada. Ese antiguo lindero se ubica hoy en la República de Panamá, no lejos de su frontera con Costa Rica.