Las violaciones sexuales a mujeres indígenas durante el enfrentamiento armado interno y la ausencia de justicia por parte del Estado guatemalteco
Autor: Dr. Jorge Murga Armas
Un estudio relacionado con la masacre de Santiago Atitlán perpetrada por el ejército el 2 de diciembre de 1990, nos permitió darnos cuenta que los relatos de muchos hombres entrevistados durante el trabajo de campo invisibilizaban a la mujer. Por un lado, no mencionaban el papel jugado por ellas en el levantamiento social que produjo la expulsión del ejército. Por otro lado, no hacían referencia a innumerables violaciones y abusos sexuales en contra de la mujer.
La mirada superficial del visitante que se pasea por este bello pueblo tz’utujil, muchas veces no es capaz de ver el sufrimiento dejado por esos años de violencia en no pocas mujeres que caminan por las calles con el hijo o hija de la guerra. Inimaginable, ya que todos los hechos de violencia cometidos por militares en contra de las mujeres, permanecían —y en gran medida permanecen— guardados como el más grande de los secretos del individuo, de la familia y de la comunidad.
Investigaciones posteriores, alimentadas por la confianza que da el trabajo constante con la gente, empezaron a confirmar lo que al inicio era sólo una suposición. Numerosos interrogantes empezaron a surgir. Era necesario conocer el misterio. Uno de ellos, buscaba aclarar la discrepancia existente en la narración de los hechos que dieron origen a la masacre de Santiago Atitlán. La mayoría de los entrevistados, incluyendo a las mujeres, no mencionaron ningún caso de violación en la comunidad. Todos referían solamente a las amenazas, persecuciones, secuestros y asesinatos de que fueron víctimas los líderes varones en la comunidad.